Alfredo Pablo Laguna Montoya nació el 10 de julio de 1945 en la ciudad de México. Falleció a la edad de 77 años en Agosto 23 del 2022 en la ciudad de West Valley, Utah. Lo precedieron  sus padres Dionisio Laguna y Juana Montoya y sus hermanos Rosa y Daniel Laguna.

Deja en vida a su amada esposa Beatriz Pérez de Laguna y sus hijos Sharon (Jose) Sanchez, Jill (Ramiro) Castaneda, Alfredo (Maritza) Laguna y Jonathan (Tania) Laguna. Así como sus catorce nietos; Joseline (Zane), Samuel, Josuee, Shia, Teresa, Rebeka, Ilze, Hosra, Adela, Isabel, Jordan, Alicia, London, y León. También a su hermano Alejandro (Violeta) Laguna y su hermana Elsa (Juan) Escobar así como varios cuñados, cuñadas, sobrinos y sobrinas.

Alfredo fue un fiel miembro de la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y sirvió con amor en diferentes capacidades: maestro, misionero, misionero de servicio, maestro de seminario, obispo, setenta y varios otros llamamientos.

Alfredo valoraba grandemente la educación. Se graduó de Maestro de educación primaria de la Escuela rural de Educacion Primaria del Estado de México, posteriormente fue egresado de una de las universidades más prestigiosas del mundo, la Universidad Nacional Autónoma de México como Licenciado en Lenguas y literaturas hispanas de la facultad de Filosofía y letras, obtuvo estudios especiales de Bibliotecología en la Universidad de Brigham Young en Provo Utah, participó en cursos de Pedagogía Aplicada y Didáctica de la Enseñanza en la Universidad Nacional Autónoma de México, estudió Dirección Escénica, Actuación y Televisión educativa  en la Escuela de Arte de la Universidad Nacional Autónoma de México y obtuvo cursos de Supervisión y Dirección de Personal en ARMO México,.

Alfredo desarrolló un gran amor por las bellas artes a través de su lectura de obras históricas. Junto con su hermano Alejandro, formó un grupo experimental de teatro compuesto por jóvenes de su comunidad en la Ciudad de México y fue durante ese tiempo que conoció a su amada Beatriz. Su trabajo en el teatro continuó incluso después de haberse mudado a Salt Lake City Utah formando el primer grupo de teatro experimental en español en Utah y cambiando la vida de muchos jóvenes.

Desde muy joven desarrolló un amor profundo por el Libro de Mormon y fue este amor lo que lo llevó a estudiar exhaustivamente a los pueblos Prehispánicos. Después de muchos años de investigación logró cumplir uno de sus sueños al publicar su libro titulado Los Antiguos Anales de los Pueblos de América.

En la Ciudad de México, Alfredo sirvió en varios puestos públicos y políticos con el objeto de ayudar a la comunidad. Después de emigrar a Salt Lake City, Alfredo continuó encontrando maneras de servir a la comunidad latina uniéndose al Consulado Mexicano. Poco después por medio de su trabajo en Utah Legal Services pudo continuar su ayuda a la comunidad, contando nuevamente con la ayuda del consulado Mexicano,  el Consulado Honorario Peruano  y diferentes organizaciones dedicadas a apoyar a los campesinos; Alfredo se convirtió en una fuente de información y ayuda para los trabajadores agrícolas, así como para las víctimas de violencia intrafamiliar y trata de blancas recibiendo varios reconocimientos por su trabajo y servicio en estas causas. También fue miembro del Club de Rotarios uniéndose a sus proyectos de ayuda a la comunidad.

Al casarse con Beatriz se convirtió en un pilar de ayuda y guía para los hermanos menores de Beatriz.  Alfredo les enseñó, al igual que a sus propios hijos, el amor a Dios y servicio a sus semejantes así como amor por la cultura y sus raíces llevándolos a museos, visitas a diferentes pueblos cada fin de semana y a diferentes sitios arqueológicos.   A través de los años varios sobrinos y sobrinas, nueras, yernos y amigos continuaron llegando a  casa de Alfredo y Beatriz, él siempre los acogió y amo como a sus propios hijos. Alfredo tenía un gran corazón y siempre extendía una invitación a las personas para venir a quedarse o a visitar su casa. Cualquiera que aceptara esa invitación era bienvenido y pasaba a ser parte de la familia.

Alfredo amaba las montañas  y se sentía como en casa en la naturaleza, sus favoritos eran los animales y le encantaba jugar con las mascotas de sus nietos. Siempre se le escuchaba hacer bromas y encontraba lo cómico en situaciones difíciles.  Un abrazo suyo o apretón de su mano era suficiente para hacer que las personas se sintieran mejor. Su jeep era una de sus posesiones favoritas y cada vez que veía uno en la calle decía “voy a comprar uno así” para poder llevar a sus nietos a dar la vuelta. Su mayor aventura fueron sus nietos y todo lo que hacía era para poder pasar tiempo con ellos.

El legado más importante que Alfredo nos dejó fue su testimonio de que el Padre Celestial nos ama y a través de nuestro Salvador Jesucristo podremos estar juntos como familia para siempre.

Funeral services will be held on Tuesday, August 30, 2022 at 11:30 AM, a visitation will be held prior beginning at 10:00 AM, at The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, Rancho Vista Ward, 3737 South 5600 West, West Valley City, Utah. Interment will follow the services at Memorial Redwood Mortuary and Cemetery 6500 South Redwood Road, West Jordan, Utah.

Alfredo Pablo Laguna Montoya was born on July 10 1945 in Mexico City. He died at age 77 on August 23, 2022 in West Valley City, Utah. He is preceded in death by his parents Dionisio Laguna and Juana Montoya and his siblings Rosa Laguna and Daniel Laguna.

He is survived by his beloved wife Beatriz Perez de Laguna and his children Sharon (Jose) Sanchez, Jill (Ramiro) Castaneda, Alfredo (Martiza) Laguna and Jonathan (Tania Granados) Laguna. He is also survived by his fourteen grandchildren; Joseline (Zane), Samuel, Josuee, Shia, Teresa, Rebeka, Ilze, Hosra, Adela, Isabel, Jordan, Alicia, London, and Leon. He is also survived by his brother Alejandro (Violeta) Laguna and sister Elsa (Juan) Escobar along with many brother in laws, sister in laws, nieces and nephews.

Alfredo was a faithful member of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints and he served with love in many capacities within the church; as a teacher, a missionary, a service missionary, seminary teacher, a bishop, area seventy, and several other callings.

Alfredo valued education highly. He graduated as a teacher from the School of Rural Elementary Education from the State of Mexico. Subsequently, he graduated from one of the most prestigious universities in the world, La Universidad Nacional Autonoma de Mexico with a bachelor’s in Spanish Language and Literature. From Brigham Young University, he acquired advanced studies in Library Sciences. He also studied Applied Pedagogy and teaching methodology, Stage Directing, Acting and Educational television at the Universidad Nacional Autonoma de Mexico and took courses in Supervision and management from ARMO.   .

Alfredo developed a love for the Fine Arts through his studies of historical plays. Along with his brother, Alejandro, Alfredo formed a theater troupe that consisted of local youth in the Mexico City area and during this time, he met his sweetheart, Beatriz. He continued with this work even after migrating to Salt Lake City, Utah and formed the first Spanish speaking experimental theater troupe and touched the lives of many underprivileged youth.

From a young age, he developed a great love for the Book of Mormon and this led to his extensive archeological research of the peoples and civilizations of the Americas. After years of research, Alfredo achieved his dream of writing his own book titled Los Antiguos Anales de los Pueblos de América.

In Mexico City, Alfredo held many political positions and public offices with the purpose of helping his community. After migrating to Salt Lake City, Alfredo continued finding ways to serve the latino community in conjunction with the Mexican Consulate. Some time later through his work at Utah Legal Services he was able to continue helping his community once again with the help of the Mexican Consulate, the Peruvian Consulate and different organizations dedicated to advocate for the farm workers; Alfredo became a source of information and help for the farm workers as well as for victims of domestic violence and human trafficking. He received several awards and recognitions for his labor with those causes. Alfredo was also a member of the Rotary Club working alongside them in different projects to help the community.

When he met Beatriz, he became part of her family and became a pillar of support and guidance to her younger siblings. Alfredo instilled in them and his children love for God and service for their fellow beings and appreciation for their heritage and culture by taking them to museums, weekend visits to small towns, and different archeological sites. Throughout the years, several nieces, nephews, daughter in laws, son in laws,  and friends continued to stay with Alfredo and his family and he loved them like his own children. Alfredo had a big heart and would always extend an invitation for others to stay or visit his home. Anyone that accepted the invitation were welcome with open arms and became family.

Alfredo loved the mountains and felt at home in nature. Animals were his favorite and he enjoyed playing with his grandchildrens’ pets. He was always known to make a joke and find something to laugh about even in the hardest of situations. A hug or a hand squeeze from him was enough to put someone in a better mood. His Jeep was one of his favored possessions and every time he would see one on the street, he would say “I’m going to buy one like that!” so he could take his grandchildren on adventures. His proudest achievement was his grandchildren and everything he did was so he could spend time with them.

The most important gift he left behind was his testimony that Heavenly Father loves us and through our Savior Jesus Christ, we could be together as a family forever.